Blog - Maytecarrasco.com

Yulia, La Kamikaze

20/03/2012

Os presento mi primera novela negra, que transcurre en Afganistán

"La primera vez que pisé Kabul, dos años antes, pensé que era una ciudad sumergida en el polvo, la angustia y el ahogo. Pero me gustó tanto que, en vez de quedarme una semana, como tenía previsto, la cosa se alargó dos meses. Acababa de divorciarme y supongo que necesitaba embadurnarme del vómito variopinto de las tragedias paralelas del afgano, emborrizarme de su drama y sentirme a gusto, acomodada entre desgracias más grandes que la mía. Sabía que la ciudad era muy peligrosa y no voy a decir que me importara demasiado. No iba a suicidarme, pero vamos a admitir que no me hubiera importado morir. No me importaba morir".

Así es Yulia, La Kamikaze, una reportera de guerra freelance española deprimida y melancólica que no logra levantarse de la cama. Sin nada que perder, un día decide irse a Afganistán para encontrar esa noticia que la saque del anonimato y de la precariedad, creyendo aún ciegamente en el periodismo, un sector en pleno derrumbe. Dura pero frágil, determinada pero consciente de sus limitaciones, se cruzará con militares, embajadores, asesinos sin escrúpulos, espías, amigos y enemigos, personajes de ficción, como ella, llevados a su extremo, en una novela negra en la que la periodista pasará por un proceso personal de cambio. En Kabul descubre una sórdida historia en la que el poder y la corrupción se mezclan con la violencia de los temidos Escuadrones de la Muerte, responsables de las sanguinarias operaciones de castigo contra la insurgencia.

La Kamikaze para mí es un libro muy especial, un sueño que quería cumplir desde pequeña, escribir una novela negra. Cuando tenía 10 años hilé una historia policíaca escrita con una máquina de escribir de las de antes, titulada "Los anónimos". Por aquel entonces mi abuela había fallecido y en el libro desaparece, secuestrada por la mafia italiana. Ahora devoro literalmente ese tipo de tramas y gracias a La Esfera de los Libros he podido llevar el género a lo que más conozco, el reporterismo de guerra. De ahí que haya elegido una periodista, una mujer con carácter y pensamientos propios que no coinciden con mi experiencia personal, aunque comparto con ella algunos detalles y anécdotas, como que se muerde las uñas o esa navaja con la que intenta protegerse, que un día compré en Madrid.

Así comienza el libro: ìMiro de reojo y con desconfianza la navaja que tengo sobre la mesita de noche. La he sacado del botiquín de supervivencia en zona de conflicto y la he puesto ahí estratégicamente, junto a mi cama, preparada. Alerta. Los primeros rayos de sol se filtran entre las cortinas roídas de esta pequeña habitación de hotel. Una premonición, me digo, la muerte está de caza, casi puedo percibirla agazapada en la espesa penumbra de mi cuarto esta mañana de sábado. Me cubro un poco más con las mantas escondiéndome como una niña, en posición fetal. Me asalta una carcajada nerviosa. ¿De qué te coño te va a servir esta navaja en Afganistán?"

El lector no va a encontrar un análisis ni un ensayo sobre ese país, es una historia que transcurre en ese territorio fascinante, castigado por tres décadas de guerra y que observo desde fuera, desde un punto de vista europeo. Sí contiene varias denuncias de fondo a través de las reflexiones de Yulia, como la falta de valores el mundo occidental en el que ya no hay estabilidad laboral ni emocional, donde hay exceso de protección frente al amor porque falta y falla. Y duele. Donde no hallamos ya pilares que sostengan nuestras creencias, donde no hay palabra, compromiso ni humanidad. La reportera tiene 35 años y creo que muchas mujeres de su generación se sentirán muy identificadas con sus problemas, la dura carga del desamor, la precariedad, la lucha por sobrevivir y seguir adelante en un mundo hostil para una mujer como ella y como muchas españolas.

He tardado casi un año en escribirlo porque lo he hecho entre revolución y revolución. El 2011 fue un año agotador con muchísimo trabajo en Egipto, la guerra de Libia y Siria, donde acabo de regresar de la ciudad de Homs, una experiencia de las más duras que he vivido. Cuando volvía a casa me sumergía en la vida de Yulia, de modo que escribir fue como una especie de evasión y terapia que me divirtió y me relajó mucho. Me encantaba sentarme frente al ordenador y crear ese mundo virtual, descrito con un estilo muy personal y que trata de denunciar también las cloacas de la guerra de Afganistán y la muerte de la población civil, hombres mujeres y niños, daños colaterales, los llaman, seres humanos que se ven atrapados en un conflicto.

Vivir una guerra es una circunstancia muy particular en el que uno se enfrenta a la muerte. Yo he estado en algunas situaciones así a lo largo de mi vida, he viajado a la guerra de Georgia, he cubierto la guerra sucia del Kremlin en Chechenia e Ingushetia, los secuestros de Al Qaeda en el Sahel (Malí), Rusia y las revoluciones árabes. A través de Yulia reflexiono sobre el peligro y el riesgo, intento acercar al lector a esas situaciones límite que sólo se viven con muertos y sangre a tu alrededor, mostrando el contraste entre nuestro cómodo mundo y el de los afganos, gente extraordinariamente fuerte que a pesar de todo sigue luchando por sobrevivir en medio de la violencia, con una resistencia que he visto en todo el mundo musulmán y que a veces, lo admito, envidio.

Afganistán en particular está atravesando de nuevo momentos muy difíciles. La tropas militares internacionales abandonarán el país definitivamente en 2014, dejándolo sin tutela internacional y bajo la amenaza de una nueva guerra civil. La novela se adentra en el mundo de las operaciones de castigo contra los supuestos miembros de la insurgencia en la que mueren también familias enteras, un gran problema que ha criticado con dureza el presidente afgano, Hamid Karzai. Tuve ocasión de hacer una noticia sobre ello, visité una casa cerca de Kabul en la que hombres armados extranjeros entraron de madrugada y asesinaron a un hombre, pero también a su mujer embarazada y a sus dos hijos pequeños.

Mi objetivo es abrir los ojos de los lectores y lectoras a esos otros mundos y realidades. Despertar su curiosidad sobre Afganistán y los acontecimientos que ocurran en el futuro, mostrarles sus altas montañas, el color de la tierra y el polvo en el ambiente, el rostro de esas gentes hermosas y las ganas de vivir de un pueblo castigado por un conflicto que no termina de resolverse y del que la comunidad internacional comienza a desentenderse poco a poco, a pesar de que hay aún muchas cosas por resolver.

La Kamikaze también quiere homenajear a esos soldados españoles, mujeres y hombres, que mueren en misiones extranjeras fuera de nuestras fronteras, y a todos los y las espías del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que, desde el anonimato, arriesgan sus vidas por nuestra seguridad.

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